“LO HAGO POR DEFENDER MI TIERRA”Respecto de la cabalgata, este viejo patagón sostiene, con una lucidez que asombra, que “esta puede ser mi última lucha, pero lo hago por defender mi tierra. Ahora voy a entrar a Coyhaique a caballo. La última vez que lo hice fue en 1939. Mis padres están enterrados a orilla del Baker y mis huesos también deben quedar ahí”.José Cecilio Olivares fue agricultor y ganadero del sector del río Neff, otro afluente del Baker. Por sus problemas de salud tuvo que irse a vivir a la localidad de Cochrane y hace dos años que no montaba un pingo, pero cuando su hijo Aquilino le contó esta travesía, sin pensarlo dos veces, desempolvó facón y aperos y le dijo a su cría (así se refiere a sus hijos) que lo iba a acompañar en la cabalgata.Ya llevamos 4 días y el viejo no decae. Por cierto, Aquilino, de 37 años, ni se inmuta, porque conoce a su padre y porque es madera del mismo roble.Finalmente, don Chilo me mira a los ojos y me dice “esta cabalgata es única en la historia, en el sentido del sentimiento que los pobladores ponemos para pedir lo que creemos que son nuestros derechos como pioneros del río Baker”.Ese es el espíritu que acompaña a mujeres y hombres que enfilan sus pingos y pilcheros hacia Coyhaique. Nada los va a detener, ni el clima, ni la accidentada geografía, ni mucho menos todo el dinero que las empresas transnacionales ponen para comprar las aguas de la reserva del vital elemento más grande del mundo, que además es patrimonio de todos y de cada uno de los chilenos.Crónica de Enrique Osorio G.Carretera Austral km 1240
lunes, 23 de mayo de 2011
Don Cecilio ....
Cecilio Olivares Cadagán, con 88 años, se ha convertido en el líder espiritual de los jinetes que marchan hacia Coyhaique por el Camino Longitudinal Austral, en protesta por el proyecto de represas en Aysén. Tiene 88 años y hacía dos años que no montaba un pingo, pero hoy acompaña a su hijo Aquilino en esta dura travesía. "Mis padres están enterrados a orilla del Baker y mis huesos también deben quedar ahí”, dice este patagón nacido en Argentina, pero que llegó muy niño a estas tierras.
Cuando ya van cuatro días de recorrido por los más bellos parajes de la Región de Aysén, el ánimo de la tropa es cada vez más fuerte. Mujeres y hombres del Baker no han dado muestras de cansancio, pese al calor reinante en los momentos más duros de la Cabalgata por una “Patagonia sin Represas”.Hasta el momento, no cabe la menor duda que don Cecilio Olivares, de 88 años, se ha convertido en el líder espiritual de este heterogéneo grupo. El anciano es todo un ejemplo de vida, sobre todo para los más jóvenes. Don Chilo, como le dicen sus conocidos del Baker, es una historia viviente de la Patagonia. Nació en Argentina y llegó a la zona siendo sólo un niño. Desde que pisó esta inhóspita geografía no dudó que aquí iba a escribir su historia como chileno-patagón.A veces muchos chilenos se preguntan por qué los patagones tienen tantas costumbres argentinas. Pues bien, hombres como don Chilo saben la respuesta a esa interrogante.“Por aquellos años, entre 1930 y 1934, Argentina nos daba vida para subsistir. No sabíamos de fronteras, cruzábamos por los pasos para vender ganado y comprar víveres”, explica don Chilo. Es así como nacen los gauchos chilenos, con tradiciones adquiridas de sus pares argentinos y las propias que a fuego de hierro están arraigadas en los baqueanos del río Baker.
“LO HAGO POR DEFENDER MI TIERRA”Respecto de la cabalgata, este viejo patagón sostiene, con una lucidez que asombra, que “esta puede ser mi última lucha, pero lo hago por defender mi tierra. Ahora voy a entrar a Coyhaique a caballo. La última vez que lo hice fue en 1939. Mis padres están enterrados a orilla del Baker y mis huesos también deben quedar ahí”.José Cecilio Olivares fue agricultor y ganadero del sector del río Neff, otro afluente del Baker. Por sus problemas de salud tuvo que irse a vivir a la localidad de Cochrane y hace dos años que no montaba un pingo, pero cuando su hijo Aquilino le contó esta travesía, sin pensarlo dos veces, desempolvó facón y aperos y le dijo a su cría (así se refiere a sus hijos) que lo iba a acompañar en la cabalgata.Ya llevamos 4 días y el viejo no decae. Por cierto, Aquilino, de 37 años, ni se inmuta, porque conoce a su padre y porque es madera del mismo roble.Finalmente, don Chilo me mira a los ojos y me dice “esta cabalgata es única en la historia, en el sentido del sentimiento que los pobladores ponemos para pedir lo que creemos que son nuestros derechos como pioneros del río Baker”.Ese es el espíritu que acompaña a mujeres y hombres que enfilan sus pingos y pilcheros hacia Coyhaique. Nada los va a detener, ni el clima, ni la accidentada geografía, ni mucho menos todo el dinero que las empresas transnacionales ponen para comprar las aguas de la reserva del vital elemento más grande del mundo, que además es patrimonio de todos y de cada uno de los chilenos.Crónica de Enrique Osorio G.Carretera Austral km 1240
“LO HAGO POR DEFENDER MI TIERRA”Respecto de la cabalgata, este viejo patagón sostiene, con una lucidez que asombra, que “esta puede ser mi última lucha, pero lo hago por defender mi tierra. Ahora voy a entrar a Coyhaique a caballo. La última vez que lo hice fue en 1939. Mis padres están enterrados a orilla del Baker y mis huesos también deben quedar ahí”.José Cecilio Olivares fue agricultor y ganadero del sector del río Neff, otro afluente del Baker. Por sus problemas de salud tuvo que irse a vivir a la localidad de Cochrane y hace dos años que no montaba un pingo, pero cuando su hijo Aquilino le contó esta travesía, sin pensarlo dos veces, desempolvó facón y aperos y le dijo a su cría (así se refiere a sus hijos) que lo iba a acompañar en la cabalgata.Ya llevamos 4 días y el viejo no decae. Por cierto, Aquilino, de 37 años, ni se inmuta, porque conoce a su padre y porque es madera del mismo roble.Finalmente, don Chilo me mira a los ojos y me dice “esta cabalgata es única en la historia, en el sentido del sentimiento que los pobladores ponemos para pedir lo que creemos que son nuestros derechos como pioneros del río Baker”.Ese es el espíritu que acompaña a mujeres y hombres que enfilan sus pingos y pilcheros hacia Coyhaique. Nada los va a detener, ni el clima, ni la accidentada geografía, ni mucho menos todo el dinero que las empresas transnacionales ponen para comprar las aguas de la reserva del vital elemento más grande del mundo, que además es patrimonio de todos y de cada uno de los chilenos.Crónica de Enrique Osorio G.Carretera Austral km 1240
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